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Cinco años: Exhortando a la educación y a la paz en Colombia

Annette Quinn, directora de Operaciones e Impacto

Varias generaciones de niños se han visto afectadas por el conflicto en Colombia. Atrapados entre estas luchas internas se encuentran niños cuyas libertades civiles para la educación se han visto negativamente afectadas. Y de cara al futuro, solo podemos imaginar el adverso efecto dominó que tendrá una población inculta en el crecimiento y desarrollo que se espera en Colombia una vez que reine la paz. ¡Pero la paz sigue en duda!

El seguimiento retrospectivo del reciente conflicto sugiere que los acuerdos de paz firmados el 24 de agosto de 2016 no se han cumplido. Los hechos hablan por sí solos:

Foto tomada en Cartagena, Bolívar

·  más de 50% de la población rural de Colombia todavía vive en situación de conflicto y violencia;

· m ás de cinco millones de personas requieren asistencia humanitaria; y

·  Colombia tiene la segunda población desplazada más grande del mundo, después de Siria

Este mes, la Fundación Breteau cumple cinco años de apoyo educativo a escuelas, maestros y niños en Colombia y deseamos marcar este acontecimiento con un repaso de nuestro trabajo durante los últimos años. Nuestro apoyo a las escuelas comenzó en Tunja (Boyacá), Granada, Fuente de Oro y Puerto Santander (Meta), y Cartagena (Bolívar), donde beneficiamos a 1400 estudiantes durante el primer año de trabajo. Actualmente apoyamos a más de 6400 estudiantes en 25 escuelas de las áreas más desfavorecidas de Colombia. Cuando evalué nuestro trabajo de cinco años con Yhira Ibarguen, nuestra directora nacional en Colombia, concordamos en que lo siguiente tuvo el impacto más significativo.

 

Dar esperanza a las escuelas locales

Foto tomada en Vereda Corales, Boyacá

Si estamos de acuerdo en que los niños nacen siendo víctimas de su geografía, podemos aceptar fácilmente que son los niños que viven en las zonas rurales de Colombia los que tienen menos oportunidades educativas. Tres de cada diez no asisten a la escuela y siete de cada diez no terminan su educación básica.

En la Fundación Breteau, no hemos dejado que los desafíos locales detengan nuestro trabajo, especialmente donde creemos que hay más necesidad, y nuestro trabajo en Meta, en el sudeste de Bogotá, es un ejemplo. Cuando nos asociamos por primera vez con las escuelas de Meta, no existía ninguna otra fundación benéfica además de nosotros, y el apoyo educativo a las escuelas era inexistente. Crear confianza con las escuelas para llegar a los niños fue un elemento clave para acceder por primera vez a las instituciones en áreas rurales donde dominan los conflictos.

Agrupándose para crear comunidades

La Fundación Breteau ha sido un canal para apoyar la formación de agrupaciones entre las escuelas y los maestros. Al principio esto se vio como una forma eficiente para ofrecer nuestra capacitación y apoyo a los maestros, pero los resultados e impactos han sido mucho mayores. Las agrupaciones que establecimos con nuestras escuelas asociadas han producido una dinámica al interior y un sentido de comunidad entre ellas, así como el autoapoyo al desarrollo profesional entre maestros con interés en tecnologías educativas y un mayor sentido de pertenencia a nuestro programa.

Suministrando recursos educativos

Las escuelas con las que trabajamos están particularmente limitadas por la falta de recursos. Dondequiera que incursionamos, el clamor de los maestros siempre es la necesidad de recursos. Continuamos suministrando y buscando nuevos recursos y contenido, incluso a través del uso de tecnologías y aplicaciones en línea y sin conexión con el fin de extender la envergadura y la profundidad del programa, implicar y motivar el aprendizaje de los niños y proveer diversidad de contenido para apoyar mejor a los niños necesitados.

Desde luego, hay muchos más impactos que dan forma a nuestro programa en Colombia, gestionado por Yhira y nuestra colega Jessica DeVilla. Demasiados para listarlos. Pero como idea final sobre nuestros cinco años en Colombia, esperamos que los niños que hemos ayudado se hayan beneficiado de nuestro apoyo educativo y que hayamos realizado algunas contribuciones pequeñas, pero positivas, a la paz en las comunidades en que trabajamos.

Foto tomada en Vereda Corales, Boyacá
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